Se reconocen y se esconden
La vergüenza que apunta hacia la Verdad.
Se dan revelaciones a lo largo de tu vida. Revelar significa “descubrir o manifestar lo ignorado o secreto” y “proporcionar indicios o certidumbre de algo”.
Los seres humanos nos empeñamos en querer controlarlo todo. Cuando eso no es posible. Además de ser una fuente inagotable de sufrimiento, es una osadía. No podemos llegar a todos sitios.
¿A qué me estoy refiriendo cuando hablo de revelaciones, de reconocerse y de esconderse? Pues sí. De todo aquello sobre lo que no tenemos control. Que es mucho. El Misterio del Amor, por ejemplo.
Hay muchísimas otras áreas que sí están en nuestras manos y que iré trayendo en próximos episodios, como son la elección o el compromiso. Pero no estamos hablando de eso…
Estoy intentando arrojar la luz de mi experiencia sobre temas que siempre serán un misterio. ¡Y gracias a Dios! Qué previsible y limitada sería nuestra existencia… Bueno… La revelación. El des-velo. El des-nudo. El descubrimiento. Suceden. Pasan. Puedes hacer que ocurran a través de ti. Que te atraviesen. Que marquen tu camino de alguna manera. Puedes decidir que está sucediendo para ti (ojo con tomárselo todo a lo personal). Que tú vas a darle un sentido a aquello que está aconteciendo.
Lo que está claro es que, lo que forma parte del misterio, no has hecho tú que suceda. No lo has creado. Se te ha revelado.
¿Por qué me parece interesante traer esto a “El Poder del Amor”? Porque voy a hablar de Almas (“en algunas religiones y culturas, sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos”). Algo intangible. Pero que, para mí, al igual que el Amor, tiene un valor absoluto y eterno.
¿Se reconocen y se esconden? Sí, señores. Las Almas se reconocen. Al contacto con la otra, se da el descubrimiento y la revelación. Reconozco una parte de mí. Al mirarte.
Además, al contemplarte, estoy aspirando a algo, internamente. Quiero llegar a ser eso que mi Alma es. Es absolutamente mágico. Tanto es así… que acojona. Es muy muy improbable que una de las personas (si no son las dos) no se asuste. Ser visto (y ver) en profundidad da miedo. Da vértigo. Es un tipo de desnudez al que no estamos acostumbrados. De ahí lo de “ Se reconocen y se esconden”. Al sentirnos descubiertos, y por ende asustarnos, la reacción es huir. Esconderse.
¡Qué curioso! Nos pasamos toda nuestra existencia queriendo ser vistos y tocados (en un sentido literal y en un sentido álmico). Y cuando eso ocurre, nuestro primer impulso es salir corriendo. A mí, llegados a este punto, me da mucha ternura el ser humano. También me provoca muchas otras cosas pero, en esto que apunto, es ternura la consecuencia.
Salimos huyendo por miedo a que el otro descubra algo terrible. Por ende, salimos huyendo de nosotros mismos. Y de la posibilidad de que otro adulto, en el ejercicio de su libertad, decida aceptarnos, acompañarnos y amarnos. Con todo.